*Visitar el municipio es sinónimo de memoria, naturaleza y alimentos que se derriten en la boca; también representa redescubrir la leyenda de dos colosos enamorados
Jaime López
San Andrés Calpan, Pue.- Se le conoce como la tierra donde se cosechan los ingredientes originales de los chiles en nogada, desde la nuez de Castilla hasta la pera, el durazno y la manzana; también por su tradición tlachiquera, a través de la cual se extrae y prepara el denominado “néctar de los dioses”, el pulque.
Es San Andrés Calpan, municipio ubicado a una hora de las Cholulas y a casi 120 minutos de la capital poblana, cuya denominación proviene de los vocablos en náhuatl “calli” y “pan”, que significan “casa” y “en” o “sobre”, respectivamente.
Según cuenta la historia de la localidad, antes llevaba el prefijo ‘blanco”, por lo que se le conocía como el “lugar donde había muchas casas blancas”, esto en alusión a la nieve que caía en las residencias del municipio por su cercanía con los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl.
Ese par de colosos son homenajeados en la entrada del lugar con una escultura que tiene dos siluetas, que simbolizan a una princesa siendo cargada por un guerrero; cabe recordar que, con base en el imaginario popular, ambos personajes vivieron un amor trágico, que no se pudo consumar por cuestiones del destino.
Más allá de las leyendas o del boca a boca, San Andrés Calpan es un territorio que impacta todos los sentidos, por ejemplo, el olfato, con el perceptible aroma a campo y hierba, sobre todo para las narices que toda su vida han estado en una selva de asfalto.
En cuanto a otro de los sentidos, las retinas de turistas y foráneos de ocasión se deslumbrarán con el exconvento, inmueble con casi cinco siglos de existencia, que luce impecable porque vecinas y vecinos constantemente lo podan y arreglan.
Es un pedazo de la historia considerado patrimonio cultural de la humanidad, que quinceañeras ocupan para la celebración del inicio de su adolescencia y el cual tiene un plus de gran valor para estudiosos e historiadores, pues posee la única capilla del país que aún conserva su retablo.
Para el sentido del gusto, se pueden saborear una nieve de pinole o maíz azul, que se derrite en la boca cual miel sobre hojuelas. Además, hay establecimientos de antojitos diversos y hasta de mariscos, los cuales pueden ser combinados con un buen sorbo de pulque.
Por lo que respecta al oído, se percibe una gran calma en el municipio, que permite escuchar la danza de los árboles con el viento que se ciñe sobre Calpan, como si fuera un carismático titiritero moviendo los hilos de la naturaleza.
Finalmente, el sentido del tacto puede ser complacido al montar alguno de los caballos de pelaje y físico impresionantes, mismos que proporcionan cabalgatas por las distintas rancherías de la región.
Alquilar caballos para ese tipo de paseos puede costar hasta 750 pesos por tres horas, pero vale la pena para quienes buscan hacer un alto a la vorágine de la tecnología.
Ahora bien, si lo que se desea es un desplazamiento en un sistema motorizado, continuamente transitan por las avenidas principales los denominados mototaxis, que poseen tarifas sumamente económicas.
De hecho, uno de esos vehículos puede trasladar por 30 pesos a las y los visitantes a la comunidad de San Mateo Ozolco, en donde cada marzo se lleva a cabo la Feria del Pulque.
Así, Calpan es un banquete para el espíritu y el cuerpo, dado en ofrenda para los dos colosos enamorados que lo cuidan.